La historia de Padrón va ligada a la de Iria Flavia, que era una gran ciudad romana, cuando, según la tradición jacobea, llegó a estas costas el cuerpo del Apóstol Santiago, martirizado en Jerusalén. Según esta tradición, la barca que lo traía atracó en el río Sar y fue amarrada a una piedra, o pedrón, que dio nombre a la nueva población.
Desde el siglo IX la
peregrinación a
Compostela se
consolidó como una
de las Rutas más
importantes del
cristianismo. Esto
afectó a todos
aquellos lugares por
los que este Camino
discurría. Así un
factor de dinamismo
fueron las sucesivas
obras realizadas -o
promovidas- por los
obispos que
requerían mucha mano
de obra:
construcción de
murallas, puentes,
calzadas, hospitales
y hospedajes... así
como otras obras de
infraestructuras.
Todo ello contribuyó
a que se originaran
nuevos núcleos de
población, alrededor
de los cuales se
producían constantes
renovaciones
económicas y
culturales.
Padrón, sus leyendas y sus hallazgos, presiden parte de la historia de la comarca, muy vinculada a los acontecimientos jacobeos.
El nombre de la villa deriva de la palabra pedrón, un militario romano que estaba enclavado en la orilla de la ría de Arosa y, al que según la leyenda, se ató la barca que portaba el cuerpo del Apóstol Santiago. Este pedrón, que hoy se encuentra en la iglesia parroquial de Santiago de Padrón, dio origen al topónimo del pueblo.
Desde que los restos del Apóstol fueron llevados a Santiago de Compostela, Padrón se convierte en el principio de la ruta hacia el sepulcro para los peregrinos que llegan por mar. También se convierte en objetivo para los saqueadores vikingos y normandos entre los siglos X y XI, por lo que Alfonso V ordenó reconstruir las Torres del Oeste, el antiguo Castellum honesti de origen romano, a principios del siglo XI y, de este modo, la villa dejó de ser asaltada, disfrutando de una gran prosperidad durante los siglos XII y XIII.
El arzobispo Diego Gelmírez, nacido en las Torres de Oeste, fue uno de los artífices de esa prosperidad. Él fue quien construyó un muelle a orillas del Sar - ya que Padrón tuvo puerto hasta el siglo XVII, cuando los aluviones del río Sar produjeron la retirada de la ría -, donde está ahora la iglesia de Santiago y la calle Murgadán, y de sus astilleros salieron las primeras galeras de la Marina española. El arzobispo Rodrigo de Luna, en el siglo XV, moró dos años enteros en Padrón con todo el cabildo compostelano, con el fin de protegerse de los condes de Altamira. Su hermoso sepulcro con estatua yacente puede verse en la iglesia de Iria Flavia.